RUTINAS Y QUIMERAS
Por: Clara García Sáenz
Alguien me ha robado el mes de abril
Hace ya once meses que la epidemia de influenza provocó una terrible crisis; apareció en medio de la guerra que el gobierno había declarado a los grupos dedicados al narcotráfico, para entonces, la crisis económica estadounidense empezaba a cobrar la factura en México.
Todos pensamos que superada la psicosis que provocó la epidemia de influenza, volveríamos a la rutina, porque en ese momento, la H1N1 era lo peor que nos podía pasar.
A casi un año, podemos comprobar que las cosas aún pueden empeorar, la influenza se quedó, siguió cobrando víctimas, al igual que la crisis económica y la guerra. Ahora, la psicosis no es ya por la epidemia de la gripe sino por la epidemia de la guerra, la muerte, la violencia; que ha cobrado casi 19,000 vidas en tres años.
He visto gente correr por las calles aterrorizada por las balas, las armas y los soldados, encerrada en sus casas y en sus miedos, enredadas en las historias que van y vienen por teléfono, internet o televisión.
He visto a un gobierno sordo, ciego y mudo, que vive en su paraíso donde la única preocupación es conservar sus privilegios, para los cuales hacen acuerdos en lo oscurito, aunque cuando se descubren mientan y se burlen del pueblo.
He viste silencio, dolor, indiferencia, desesperanza, hartazgo de la gente; simulación, mentira, corrupción, indiferencia de las autoridades. Este país huele a muerte, a decadencia, a podredumbre.
Por eso parafraseando a Joaquín Sabina me pregunto ¿Quién me ha robado en mes de abril? ¿Dónde está ese país -que de niños nos mostraron en los libros de historia- como heredero de una gran cultura? ¿Dónde está ese gran país de grandes héroes? ¿Dónde está ese país bicentenario y revolucionario?¿Quién nos ha robado la paz, la esperanza y la victoria, según es el significado de nuestra bandera nacional?
Pues bien, no lo sé, pero hay demasiada tristeza en los corazones de los mexicanos para querer entender lo que está pasando. Nos han robado el mes de abril a todos los que creemos que podemos ser mejores y felices cada día; que podemos salir a pasear por nuestras calles y plazas a la hora que sea. A los que creemos que podemos cambiar y progresar; ejercer la democracia sin clientelismos, la libertad sin represalias, el ejercicio profesional sin corrupción.
Los siete pecados capitales han carcomido a la clase política: la soberbia, la gula, la envidia, pereza, lujuria, la ira, la avaricia. Ahora nos toca practicar a cada uno de nosotros por lo menos alguna virtud para contrarrestar el apocalíptico panorama mexicano donde todas las profecías fatales parecen cumplirse. México, un país históricamente violento, merece un mejor presente más allá del inválido discurso de la conmemoración de otras guerras, que desde hace 200 años viven en nuestras entrañas, sin contar las que antecedieron a la del inicio de la independencia.
E-mail: claragsaenz@gmail.com
Por: Clara García Sáenz
Alguien me ha robado el mes de abril
Hace ya once meses que la epidemia de influenza provocó una terrible crisis; apareció en medio de la guerra que el gobierno había declarado a los grupos dedicados al narcotráfico, para entonces, la crisis económica estadounidense empezaba a cobrar la factura en México.
Todos pensamos que superada la psicosis que provocó la epidemia de influenza, volveríamos a la rutina, porque en ese momento, la H1N1 era lo peor que nos podía pasar.
A casi un año, podemos comprobar que las cosas aún pueden empeorar, la influenza se quedó, siguió cobrando víctimas, al igual que la crisis económica y la guerra. Ahora, la psicosis no es ya por la epidemia de la gripe sino por la epidemia de la guerra, la muerte, la violencia; que ha cobrado casi 19,000 vidas en tres años.
He visto gente correr por las calles aterrorizada por las balas, las armas y los soldados, encerrada en sus casas y en sus miedos, enredadas en las historias que van y vienen por teléfono, internet o televisión.
He visto a un gobierno sordo, ciego y mudo, que vive en su paraíso donde la única preocupación es conservar sus privilegios, para los cuales hacen acuerdos en lo oscurito, aunque cuando se descubren mientan y se burlen del pueblo.
He viste silencio, dolor, indiferencia, desesperanza, hartazgo de la gente; simulación, mentira, corrupción, indiferencia de las autoridades. Este país huele a muerte, a decadencia, a podredumbre.
Por eso parafraseando a Joaquín Sabina me pregunto ¿Quién me ha robado en mes de abril? ¿Dónde está ese país -que de niños nos mostraron en los libros de historia- como heredero de una gran cultura? ¿Dónde está ese gran país de grandes héroes? ¿Dónde está ese país bicentenario y revolucionario?¿Quién nos ha robado la paz, la esperanza y la victoria, según es el significado de nuestra bandera nacional?
Pues bien, no lo sé, pero hay demasiada tristeza en los corazones de los mexicanos para querer entender lo que está pasando. Nos han robado el mes de abril a todos los que creemos que podemos ser mejores y felices cada día; que podemos salir a pasear por nuestras calles y plazas a la hora que sea. A los que creemos que podemos cambiar y progresar; ejercer la democracia sin clientelismos, la libertad sin represalias, el ejercicio profesional sin corrupción.
Los siete pecados capitales han carcomido a la clase política: la soberbia, la gula, la envidia, pereza, lujuria, la ira, la avaricia. Ahora nos toca practicar a cada uno de nosotros por lo menos alguna virtud para contrarrestar el apocalíptico panorama mexicano donde todas las profecías fatales parecen cumplirse. México, un país históricamente violento, merece un mejor presente más allá del inválido discurso de la conmemoración de otras guerras, que desde hace 200 años viven en nuestras entrañas, sin contar las que antecedieron a la del inicio de la independencia.
E-mail: claragsaenz@gmail.com
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