DE LA SECCIÓN:
POEMAS A LOS HOMBRES QUE HE AMADO
Para Edwin
-Ven aquí- dijiste; obedecí.
El cielo cayó sobre nosotros.
Las nubes se desmoronaron empolvando nuestros cuerpos.
-Ven aquí.
Crucé el sendero de lo oculto,
lo indescifrable,
lo que nadie dice,
lo que todos buscan.
Fui hasta ti atravesando ríos insondables
luchando contra todos tus fantasmas
enredándome en finas, resistentes telarañas.
-Ven aquí.
Sonó tu voz firme, fuerte, demandante.
Tu piel ardía y tu corazón bombeaba la locura,
el desasosiego,
la mentira,
el engaño,
la mirada ajena en el espejo que rompimos.
-Ven aquí.
Y entre tus brazos
en el hueco tibio de tu pecho
sostuve por un momento
mi paz.
El cielo cayó sobre nosotros.
Las nubes se desmoronaron empolvando nuestros cuerpos.
-Ven aquí.
Crucé el sendero de lo oculto,
lo indescifrable,
lo que nadie dice,
lo que todos buscan.
Fui hasta ti atravesando ríos insondables
luchando contra todos tus fantasmas
enredándome en finas, resistentes telarañas.
-Ven aquí.
Sonó tu voz firme, fuerte, demandante.
Tu piel ardía y tu corazón bombeaba la locura,
el desasosiego,
la mentira,
el engaño,
la mirada ajena en el espejo que rompimos.
-Ven aquí.
Y entre tus brazos
en el hueco tibio de tu pecho
sostuve por un momento
mi paz.
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