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miércoles, abril 16, 2008

HOY

Miércoles. Hasta las doce, dice un amigo.
Mitad de la semana. División perfecta de mágico número.
Escucho el Ave María de Mozart en la casi inhumana voz de la Callas. Bien.
Afuera, el calor victorense desdibuja los rostros de la gente que se desliza por las aceras, calcinados manchones de un sol inmisericorde, buscando anhelante cualquier resquicio con sombra. Quien quiera que conozca este pueblo sabe de lo que hablo...
Los pensamientos de todos se solidifican y los miro por encima de sus cabezas. Unos son densos, otros pesados, muy pocos sutiles y ligeros. Y los miedos huelen. Aquella huele ácido, aquel huele a orín, este huele a vacío.
El calor licuifica mis ideas haciendolas casi insoportables de sentir.
Sí.
Mejor vámonos.

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