Es viernes, anuncio de fin de semana. Anoche asistí al Espacio Cultural Alternativo ESTRO, a cargo de Antonio Rotun(d)o, a ver dos buenas muvas ANGST (aka Penetration Angst) de Wolfgang Büld y TEETH (Dientes) dirigida por Mitchell Lichtenstein, en el ciclo denominado “Sexo que devora”.
Los siguientes ciclos serán de:
Jueves 12 de junio: “Monstruos y ecología”
Jueves 19 de junio: “Romances complicados y Despertar Adolescente”
Jueves 26 de junio: “Gore y splatter”
ESTRO, Cultura Alternativa, se encuentra en Avenida Hombres Ilustres No. 145, entre calles UAT y UNAM, al lado del anuncio espectacular de la Volkswagen, a cuadra y media del Oxxo viniendo de la salida a Monterrey con rumbo a la Coca-Cola.
Y antes de partir hacia la noche (ah, no, apenas son menos de las 11 a.m.) os dejo un sentido poema, que no estoy segura si ya puse, pero como me gusta a mí, se amuelan... -espero les guste también-.
no fue nunca la poesía
la última ocasión de lo humano
no fue nunca la poesía
la oportunidad de redimir mi canto
no fue nunca la poesía
recurso válido para sanarme
qué es sino el espanto
amarga sucesión de cantos funerarios
en gargantas enmohecidas
qué el vacío/lo cascado de mi voz
la tuya
y este dolor perpetuo
qué es la vida sino este continuo andar
y andar
sobre los mismos pasos
bajo un sol que no calienta
repito las mismas maldiciones
los conjuros
mentiras que calman a ratos
la bestia enfurecida de dolor que llevo dentro
y que simplemente no comprende
por qué no habría de bastar
tan sólo
la poesía
la última ocasión de lo humano
no fue nunca la poesía
la oportunidad de redimir mi canto
no fue nunca la poesía
recurso válido para sanarme
qué es sino el espanto
amarga sucesión de cantos funerarios
en gargantas enmohecidas
qué el vacío/lo cascado de mi voz
la tuya
y este dolor perpetuo
qué es la vida sino este continuo andar
y andar
sobre los mismos pasos
bajo un sol que no calienta
repito las mismas maldiciones
los conjuros
mentiras que calman a ratos
la bestia enfurecida de dolor que llevo dentro
y que simplemente no comprende
por qué no habría de bastar
tan sólo
la poesía
lorena illoldi
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