Es martes, y aún respiramos.
Es de día y las pupilas se encuentran con formas antiguas y nuevas, desconocidas y repetidas, aire, polvo, materia que se esfuma y difumina a nuestro paso. Ya no estoy, no está.
La noche amenaza con volverse en mi contra y los miedos se enseñorean a deshoras, mostrando sus hediondas fauces a cualquiera que preste la suficiente atención.
Los caminos de los otros se empeñan en cruzarse con mi andar, y yo que tan solo huyo, estoy huyendo desde hace- desde siempre.
He repetido por lo bajo todos los nombres de cuantos he amado y aún no termino de hablar.
Y así va.
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