Tal vez no teníamos nada de lo que suele codiciar la gente:
una cama, dos trastos, algunos velos para cubrirnos de la noche
-que no robase el brillo que desprendes-.
Aquella vela que no encendimos
junto al pan que guardamos para cuando fuera necesario.
Y estuvimos juntos todas las madrugadas.
Nos cobijamos juntos con aire fresco.
Bebí de tus ojos todas las lágrimas
mientras vaciabas en mi vientre la inmensidad del mar.
Reímos porque estaba el sol en las manos
y un corazón en el pecho.
Teníamos lo indispensable.
lorena illoldi
*aaaaaaaaaaaaaaaaaah**
2 comentarios:
Auuuuuuuuch, mujer, sientes la libertad de lo vivido. Muy chida pluma, muy chida. Saludos.
merci...
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