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jueves, octubre 20, 2011

EN MEMORIA DE STEVE JOBS

Yo transité la misma ruta tantas veces... según el reloj, el tiempo transcurrió siempre igual, pero algo dentro de mí alma, dijo: -Pocos de esos viajes tuvieron un final. ¿Recuerdas haber hecho todos los recorridos? Gracias a esa voz valoro estar equipado con mi propio reloj, el reloj del alma, dotado de funciones autónomas; regido sólo por el latido de mi pulso, marca un tempo acorde a cada emoción perdurable y muestra mi verdadero tiempo como gente. Por efecto de mi reloj unas cosas envejecen, otras no. Prolonga o anula a través de mi tiempo vivido todas y cada una de las vivencias; miro mis arrugas y creo haber madurado, pero percibo cuanto hice o dejé de hacer y antes de lamentarme o alegrarme, en vez de sonreír al recapitular lo vivido, de repente me agobia una honda nostalgia, es la fatal saudade. Desde esa encrucijada de la conciencia decidí: ¡Debo vivir mi tiempo, regido, de preferencia, por el reloj del corazón! ¡Únicamente él valida el tiempo en mi mundo íntimo! Contradiciendo el tiempo del mundo externo, mi tiempo dicta: ¡Vive la vida, para esa tarea te trajeron al mundo! Si la haces gustoso, apenas te des cuenta pasó el día. Apenas te das cuenta ya es viernes. Apenas te das cuenta, es fin de año. ¡Date cuenta! ¡Ya celebras otro cumpleaños! Si haces la tarea a la fuerza, ni te das cuenta dónde y cuándo perdiste el amor de tu vida... ¡Sin darte cuenta pasan los años y mañana es demasiado tarde para arrepentirse! Steve Jobs aconsejó a los jóvenes graduados de Stanford: -El tiempo tiene límite, no lo pierdan viviendo la vida de otra persona. Por eso, si se me otorga cada día, si es la única oportunidad, seguiré imparable sin ver el reloj, adelante, jugueteando por el camino del tiempo; apresaré al amor antes de verlo avanzar adelante de mí. Antes de difuminarlo el horizonte, mientras esté al alcance, mientras se escuche mi voz, diré ¡te amo! en todos los tonos y ritmos, como lo dicte el corazón. ¡Te amo! Será mi recitativo perenne mientras tenga un soplo de vida. Y hay algo mas, no dejaré de hacer cuanto me causa placer, debido a la falta de tiempo. No dejaré de rodearme de mis seres amados por miedo a ser feliz. Al fin lo entiendo: el tiempo nunca falta y nunca vuelve. El presente es una sombra móvil separando el antes del después. En ese lindero florece la esperanza. El tiempo es un invento válido para las cosas, para lo físico; a lo mucho es un truco de Dios para evitar a las emociones sucederme todas juntas; nadie puede con todas las alegrías o todas las tristezas a la vez. ¡Gracias Señor, por el don maravilloso llamado Tiempo!

Cancún, jueves 6 de octubre de 2011


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