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sábado, julio 25, 2009

y qué hacer cuando la noche te pide -casi exige- que la retrates
como cuando esa mujer te pidiese anhelante que la hicieras tuya
como cuando tus manos temb lo r osa s
esparcieron los sueños de tantos por encima de las frías baldosas del futuro

y qué decir de los momentos fríos
del helado estupor de escuchar los a tod os
de saberte poseedora del amanecer dulce almácigo de sueños con ojos de luna
y tus dedos
(que alguna vez que surcaron las auroras)
son dulces báculos de donde penden los girones de mi angustia
que se despeña
que se arrebata
que en tí perdida se lanza al abismo
de toda nada
de nada y toda
de ese -casi- bautismal suspiro que en tuya me convierte
polvo oscilante moldeando el camino /ora remolino, ora arenisca entre los dedos de mis pies hartos de caminar/te

en dónde se guarda mi voz cuándo no te encuentro
en dónde el tiempo exacto de lo prohibido

dime tú, sueño anhelado
dónde se cultivan los campos de algodones que cobijan todos nuestros sueños

dime cómo venzo las álgidas manos del destino

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