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martes, septiembre 04, 2012


DIGO YO… desde el solana
Tampico, Tam. 17-24 de Agosto 2012.
LO QUE ALCANCÉ A VER Y A OÍR…
Por Lorena Illoldi

RAPAZ

Parte de un selecto grupo de poco más de 40 personas, entré a la Sala Experimental del Metropolitano, para ocupar una de las sillas que circundaban un espacio de alrededor de 3 m2, apenas iluminado por dos tímidos focos; al centro, un hombre cavaba frenéticamente mientras algunas sombras oteaban desde el techo del recinto; después, una larguísima secuencia de la reiterada acción de cavar, misma que marcó el tempo ritmo que el espectáculo guardaría.

Una historia circular y fragmentada, machacada hasta el tedio, y que bien podría reducirse y compactarse en vez de redundar, pues a fuerza de abordar las distintas historias una y otra vez desde distintos ángulos y momentos, la energía se dispersa, el efecto se diluye y la atención se pierde ante un registro actoral de corto espectro y matices sencillos e inclusive planos; no quiere decir esto que no hubiese pasión y verdad en las emociones de los actores: sin embargo, no basta con “sentirlo”, sino que tiene que parecer que lo “sienten” y además lograr transmitirlo de modo veraz al espectador.

Esto solo sucede cuando hay una comprensión del texto que aporta el dramaturgo, del pretexto que es la puesta en escena orquestada por el director, y del contexto que condiciona el tema y lo ubica en tiempo y espacio. Así, “Rapaz” si bien mantiene el valor de mostrar desde un enfoque literario una realidad que todos- artistas o no- conocemos de sobra, no resulta por ello eximido de ser obligado a un rigor estilístico y de estructura que lo rasure, asiente y pula para acercarlo a la contundencia y eficacia que requiere el delicado tema que aborda.

No basta con atreverse a decir las cosas, sino que, obligados por la responsabilidad de hacerlo desde la trinchera del arte, es menester hacerlo con el rigor de la técnica y el trabajo de análisis profundo, pues son estos los elementos imprescindibles del andamiaje que sostiene cualquier propuesta escénica, y ya será entonces cuando la intuición y la pasión deban entrar a hacer su parte e insuflar de alma y vida el trabajo intelectual previo a la ejecución de la historia.

Entre más arriesgada y atrevida desea ser nuestra propuesta, conviene aplicar el mayor rigor metodológico posible, pues son estas las herramientas que delinean el tránsito por los caminos del fenómeno teatral.

Así que mis queridos amantes del teatro, nuevos o veteranos, a leer, leer y leer aún más.


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