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viernes, junio 23, 2006

DE CALORES

No mames, que pinche calor.
37 º C. A las 8:oo p.m.
Que me diga alguien si no es eso un pinche puto calorón.
(Manejo la tesis, como buena porteña que soy, que el grado de maledicencia es proporcional al calor que te acostumbras a padecer. Por eso en Veracuz, Mazatlán y esos lugares son tan malhablados; que decir de los yucatecos y en mi Tampico hermoso: malhablados tipo Alvarado. Y qué pedo.)
Decía, que pinche calor.
Monterrey es la sucursal numero 10 y tantos del infierno, se los aseguro.
(Antes de aquí, se encuentran ciudades como Cd, Mante, Xicoténcatl, Cd. Victoria, Tamaulipas,. Cd. Valles, S.L.P., Mexicali, B.C. y otras, oh sí.)
Y a cierta hora del día, casi soy feliz de trabajar en esta oficina con un tremendo aire acondicionado que me obliga a usar chaqueta.
Casi feliz, aclaro.
En seguida, la diadema cual grillete, la voz gorrosa y la duda estúpida o el enojo legítimo de algún cliente de directv me recuerda que de ninguna manera, bajo ninguna circunstancia, puedo o podría ser totalmente feliz, al menos no mientras siga trabajando aquí.
Aun y cuando no padezca calor.
Este puto calor.

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