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martes, julio 18, 2006

AL PIE DE LA SIERRA MADRE...

...hay una ciudad bonita, se llama Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas.
Y hace un calor de la tiznada.
Siempre andamos en el rango de los 40 grados centígrados, más menos.

Y resulta que me puse a pensar en esta ciudad y su modorra, su tierna y ardiente pachorra.

Por si fuera poco, dos blogs de sendas amigas también hablan de ciudades, de sus ciudades. Y entre ellas, Victoire la belle.

No cabe duda, a las ciudades se les ama o se les padece.

Yo, por ejemplo amo a Tampico. Es como mi primer amor, -bueno, la verdad MUCHO MEJOR que mi primer amor, jejeje-. Digamos mejor que es como un buen amor, un buen recuerdo. Sin embargo, no volvería a ella. Ni es ella la que fue, la que sigue siendo en mi memoria, ni mucho menos yo la que fui en sus calles y lugares que hace tanto ya dejaron de reclamarme. Pasear sus aceras es pasear con los muertos de mis días felices, de mis años mozos. Pero ya no soy esa, la que un día fui.

Otra de mis ciudades, Monterrey.
Es ella mi amante, mi amor ardiente, apasionado, que me da lo mismo seguridad que emociones, que no me aburre ni me cansa, que tiene siempre una sorpresa para mí. No en balde la escogí por encima de mi ciudad natal en mi último exilio, y ahora que la he dejado atrás, la lloro cada noche que duermo en la seguridad y tibieza de mi cama...mi cama en

Victoria.

Ciudad Viboria, Vicky Ranch, Bigbrodia, Ranchoria, y demas maneras en que se le conoce.
Es esta la ciudad de mi presente, de mi realidad, de mis afanes cotidianos, de los sueños, los esfuerzos, el amor a mi familia y mis amigos.
La ciudad que me ha visto crecer y desarrollarme como mujer y como artista.

La que escogi para que mis hijas crezcan en santa paz.
La que tuvo a bien asilarme hace ya muchos, muchismos años, cuando por primera vez la vida me puso unos chingazos, y me enseño lo que era el dolor y la angustia. (Ahora ya son buenas amgas, y cuando llegan a aparecerse, sabemos todos comportarnos al altura de las circunstancias). Así pues, de nueva cuenta en ella radico,lo cual me hace sumamente feliz...

Matamoros es otra ciudad amada, y Mérida también se lleva algunos suspiros míos, lo mismo que el DFectuoso...

En fin, que las ciudades son lo que son en nuestra memoria, y nosotros somos los mismos o distintos en ellas, pues son el escenario de nuestros desvelos, desvaríos y felicidades, ya que nuestra tristeza, desencanto, desesperación o exultante felicidad, deviene únicamente de la ciudad interna de nuestra alma, de nuestro corazón, el que lucha y pervive, vive y sobrevive a esta abrumante y estremecedora cotidianeidad, a esta compartida entre varios, patente soledad...

1 comentario:

ellb dijo...

Yo también tengo mis varias ciudades. Todos, creo yo. Es imposible que una sola te llene el corazón.

(igual pasa con las personas)

Saludos!