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lunes, septiembre 18, 2006

VI GENTE CORRER; Y NO ESTABAS TÚ...

Sentada en mi oficina, aporreando mi lap top, audífonos a todo volumen escuchando cumbia villera y musica siko, así transcurrió la mañana. De pronto, sentí una súbita oscuridad cernirse cobre mí.
Los ruidos se apagaron, la gente comenzó a hablar en susurros, y otros tantos emprenden la graciosa retirada.

La lluvia se ha enseñoreado sobre nosotros.

Mientras, un miedo ancestral, que seguramente apela a nuestros más básicos instintos, hace que todo mundo se ponga nervioso, inquieto. Desde el que se queja de la probable empapada que se llevará, o de los estropicios viales y posibles choques, hasta el que simple y llanamente admite, no le gustan los truenos. es más, le dan pavor.

A mí, la lluvia me deprime.
Simplemente, me comprime, me reprime, me exprime, y me achicopalo de una manera que da chingadera. Haga de cuenta que se me acaba la pila.
Me pongo triste, depresiva, me entra una sozobra y una angustia sin más causa aparente que la ausencia de mi amado astro.

Síndrome de abstinencia de sol, cual vil escandinava.
Y yo que sólo soy costeñita, hija del sol y de la playa, morena de fuego en el alma y en la piel.

Y ahora está lloviendo.

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